Quién fopl
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El consumo excesivo de azúcares, grasas y sodio es un problema de salud pública que se asocia a las enfermedades no transmisibles que más afectan a la población: sobrepeso u obesidad, diabetes, hipertensión arterial y enfermedades vasculares, cardíacas y cerebrales y renales.
La hipertensión arterial, los niveles altos de azúcar en sangre en ayunas (medidos como glucosa plasmática en ayunas) y el sobrepeso/obesidad son los tres principales factores de riesgo de mortalidad en las Américas. La alimentación poco saludable está estrechamente vinculada a estos tres principales factores de riesgo en las Américas, impulsada en gran medida por la ingesta excesiva de azúcares, grasas totales, grasas saturadas, grasas trans y sodio, que se denominan “nutrientes críticos” de interés para la salud pública.
La ingesta excesiva de estos nutrientes ha sido impulsada en gran medida por la disponibilidad generalizada, la asequibilidad y la promoción de productos alimenticios procesados y ultraprocesados que son excesivos en azúcares, grasas y sodio.
Una parte esencial de la solución requiere el uso de leyes y reglamentos para reducir la demanda y la oferta de productos que contienen cantidades excesivas de nutrientes críticos. Una de las herramientas políticas clave para regular estos productos y evitar que desequilibren las dietas es el uso del etiquetado en la parte delantera del envase (FOPL) para indicar a los consumidores qué productos contienen cantidades excesivas de azúcares, grasas totales, grasas saturadas, grasas trans y sodio.
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Nuestro objetivo es dar acceso a información fiable con base científica para apoyar a cualquier persona en su camino hacia una dieta saludable y sostenible. En esta sección puede leer sobre las etiquetas de los alimentos y cómo utilizarlas.
Las leyes relativas al etiquetado de los alimentos en el Reino Unido se han mantenido en gran medida a partir de la legislación de la Unión Europea (UE) sobre el suministro de información alimentaria a los consumidores. En ella se describe la información que se le debe proporcionar a usted, como consumidor, al comprar alimentos, y cómo debe presentarse esa información. El etiquetado de los alimentos debe ser claro, fácil de leer y no engañoso, para que usted pueda estar mejor informado sobre los alimentos y bebidas que va a comprar.
Esta información en la parte posterior del envase debe mostrarse por 100 g o 100 ml de producto, pero también puede mostrarse adicionalmente por ración. Por lo general, esta información se mostrará como en el ejemplo siguiente:
Energía”: la cantidad de energía de un alimento o bebida se mide en calorías. Conocer el contenido de calorías puede ayudarte a controlar la cantidad de energía que comes y bebes, para asegurarte de que no estás consumiendo demasiado. En las etiquetas, el contenido calórico se indica en kcal y kJ, que son las siglas de kilocalorías y kilojulios. La kilocaloría es otra palabra para la conocida “caloría”. Los kilojulios son la medida métrica de las calorías (la cifra de calorías multiplicada por 4,2).
Que el etiquetado frontal del paquete
La figura de la derecha muestra un símbolo nutricional para el panel principal que indica que un producto preenvasado tiene un alto contenido en grasas saturadas y sodio. Este símbolo es bilingüe, con el texto en inglés primero, seguido del texto en francés. Hay un recuadro rectangular blanco delimitado por una fina línea negra. En la parte superior izquierda de la caja hay una lupa negra. A la derecha de la lupa hay un epígrafe compuesto por las palabras “High in” sobre las palabras “Élevé en” en negro, en negrita y en minúsculas, excepto que la primera letra de las palabras “High” y “Élevé” están en mayúsculas. Debajo del título hay tres barras apiladas. Hay un pequeño espacio en blanco entre cada barra, así como entre ambos extremos de las barras y la fina línea negra que delimita la caja. La primera barra es negra y contiene las palabras “Grasa sat.” sobre las palabras “Grasa sat.” en blanco, en negrita y en minúsculas, excepto que la primera letra de las palabras “Sat” y “Gras” están en mayúsculas.
Esta figura muestra tres envases de alimentos de diferentes formas y tamaños para ilustrar el tamaño, la ubicación y la presentación del símbolo nutricional. Hay una pequeña barra de chocolate rectangular de 4 piezas en la esquina superior izquierda, una botella de vidrio cilíndrica de 500 ml de zumo de frutas en la esquina inferior izquierda y una bolsa de 198 g de palomitas de maíz que ocupa todo el lado derecho.
Principios rectores y manual marco para el desarrollo o la adaptación de modelos de perfiles nutricionales
Imagínese que está en el pasillo de una tienda de comestibles. Se le encomienda la tarea de elegir un producto basándose únicamente en la información comunicada en la parte delantera del envase. Sencillo, ¿verdad? Pues resulta que hay muchas cosas que se pueden decir sobre un producto en su envase, desde el contenido de nutrientes específicos hasta la información sobre alérgenos, y puede ser mucho para asimilar.
La nueva investigación del IFIC, “Conocimiento, comprensión y uso del etiquetado frontal en las decisiones sobre alimentos y bebidas: Insights from Shoppers in the U.S.” (Conocimiento, comprensión y uso del etiquetado frontal en la toma de decisiones sobre alimentos y bebidas), tenía como objetivo conocer mejor las perspectivas de los consumidores sobre el etiquetado nutricional de los alimentos, incluyendo lo que sabemos, cómo se aplica este conocimiento en las decisiones de compra, los puntos de confusión y las oportunidades para mejorar el etiquetado de los alimentos en beneficio del consumidor.
La mayoría de los estadounidenses afirman que las etiquetas FOP influyen en sus decisiones de compra de alimentos. La gran mayoría de los encuestados (94%) conocía al menos una etiqueta FOP; más de la mitad (54%) dice que las etiquetas FOP influyen en las compras de alimentos y bebidas, y aproximadamente una cuarta parte (24%) dice que tienen un impacto significativo. Los consumidores menores de 50 años, los que tienen mayores ingresos, los padres con hijos menores de 18 años y los que ya gozan de mejor salud en general son más propensos a considerar que las etiquetas FOP tienen un impacto. Sin embargo, el impacto de las etiquetas FOP queda ligeramente por detrás del tamaño de las porciones, la etiqueta de información nutricional y la lista de ingredientes.